miércoles, 25 de marzo de 2009

PLANTA


1 comentario:

Yanina Audisio dijo...

Salve

La renuncia a mi estatus de ente autónomo sobrevino prematuramente. Apenas despuntó el asombro. Ése que consumió el navío acorazado, desarmando los argumentos como gendarmes que había plantado en la orilla. A prueba de congéneres que arrimaran tentaciones, reanimando el neutralizado deseo. No compensación, ni dependencia, ni consuelo. Reciprocidad. Que emparedé entre la decepción y la anomia, revocado díscolo de cinismo.
El costo incluyó desterrarme voluntariamente de ciertas experiencias que dictaminé como lastimosas huidas del desamparo. Y allí, me paré. Tan cerca del frente que supo a descuido. Indicando la línea del árbol. Señal del límite del más allá, donde ya no crece nada. Fui apacheta. O espantapájaros.
Eso, hasta que, aún apeteciendo el bloqueo de los entusiasmos, inspiró la añoranza de lo que no es una lejanía, que se asoma a mí.
Ojos de animal silvestre en pleno día. Confundo el brillo vivaz con el destello reiterado de la arena.
Aún así, cuando golpea el viento, adivino un parpadeo. ¿Producto de las inclemencias del tiempo? ¿O guiño?
Encendí las sombras. Despedido el sosiego. Desplome de diques. Lo más real que quedó fue el miedo. Lo acarreo entre las cejas. Mordaza de la espera. Arriero de pasos en espiral. Se huele en el aire, en las inclinaciones del que, atrincherado entre matorrales, no acaba por quedarse ni por irse.
Me convoca, osando apresurar resoluciones, desgarrar un grito. Que le sepa a iniciación tribal o a son de caza que nos saque, ojalá, de la pausa entre temblores. Sin embargo, quizás esto es todo lo que podemos tener. Esto de la inminencia, en la porfía de destilarnos. Olor a agua en el aire.
Se me alteró el sueño, o la vigilia. No sé. Procuré erradicarle. Secar una inundación con un muelle.
He culpado a su imagen de mis pestañas caídas. Y a mi frente de su fiebre. Ahora, seca.
Deserto de la expectación, reclamando esa ausencia incómoda que me cristaliza. Al despojarme de empalizadas provistas de renunciamientos y reservarme sólo el tacto promisorio ante mi ansiedad desnuda. Sentencio: su compañía es una sucesión de actos vandálicos.-